Kintsugi: No estamos rotos, solo no entendemos nuestras grietas.
¡Qué hongo, Emprendedores!
¿Han escuchado del Kintsugi? Ya tiene tiempo que lo escuché por primera vez pero solo me enfoqué en entender la técnica y no la filosofía detrás de ella. Básicamente, es un arte tradicional japonés que consiste en reparar cerámicas rotas utilizando una técnica que incorpora oro, plata o platino en polvo mezclado con laca para unir las piezas fracturadas. Esta técnica resalta las imperfecciones y las convierte en una parte importante de la belleza del objeto. Además, no solo restaura la funcionalidad de la pieza, sino que adquiere un nuevo valor estético.
En ese momento, solo me enfoqué en el aspecto material, en la técnica como tal. No obstante, perdí de vista su filosofía brillante: “valorar la belleza de lo imperfecto, lo efímero y lo sencillo”.
Esta referencia que hago al Kintsugi y el título de este blog vienen de una plática que recientemente escuché entre Trevor Noah y Steven Bartlett en el podcast “The Diary of a CEO” (100% recomendado). Creo que puede ser de su interés, Emprendedores.
¿Cómo lo interpreto?
Nuestra experiencia en la tierra nos da momentos de felicidad y placer pero también de dolor, orgullo roto, desesperanza, impotencia y sufrimiento en general. Cada uno en distinto grado pero todos los hemos experimentado. Todos los sentimos y asimilamos de distinta manera. Simplemente es nuestra experiencia como humanos en la tierra.
En mi caso, los eventos de sufrimiento que he experimentado hasta ahora me rompieron en el momento que ocurrieron y permanecí “roto” por mucho tiempo después. Me hicieron sentir miserable e impotente. Sentía un vacío y desinterés que potenciaban los aspectos que no me gustaban de mi mismo.
Ahora, años después, siento que estoy reparando mi “cerámica”. Esta sensación es el producto de la forma en que he decidido asimilar el efecto que han tenido mis experiencias en mis imperfecciones (grietas), de cómo he permitido que afecten mi personalidad y de cómo, ahora, guían mis decisiones y emociones. Y sobre todo, que estoy en paz conmigo mismo (incluyendo mis grietas). No me malinterpreten, cuando digo “imperfecciones”, me refiero a los aspectos negativos que sabemos que podemos cambiar de nosotros mismos para mejorar pero no lo hacemos. Ya sea por orgullo, miedo, odio, flojera, etc. No tiene nada que ver con la apariencia física ni personalidad.
De alguna manera, esta sensación ha sido el polvo de oro mezclado con laca que estoy utilizando para unir mis piezas “rotas”. Escribo “rotas” entre comillas porque reflexiono desde una perspectiva que me permite ver que, en realidad, nunca estuve roto, solamente no aceptaba ni entendía mis grietas. Los momentos de sufrimiento que experimenté inspiraron mi decisión de permitir que mis grietas se expandieran hasta que parecieran abismos para mí. Así fue por mucho tiempo.
Nuestras vidas son efímeras e imperfectas pero también únicas. Como en un RPG, los humanos tenemos de dos sopas: 1) Expandimos estas grietas hasta que se conviertan en abismos donde nos podemos perder o 2) Aceptamos y entendemos nuestras grietas para que podamos empezar a cubrirlas con nuestra propia mezcla especial de oro y laca. La segunda opción es la más difícil. No obstante, es la única forma para poder mejorar y vivir tranquilos con nuestra existencia. Para lograr el Kintsugi.